martes, 18 de marzo de 2008

El currículum

Este texto forma parte (como capítulo 4) del documento “Mi pequeña pedagogía”, con el que el profesor da cuenta a las autoridades educativas, y a quien se lo pida, de su planteamiento con respecto a la teoría y a la práctica de su trabajo como docente. La idea de “pequeña pedagogía fue expuesta por primera vez en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (2005). Está publicada en ROZADA MARTÍNEZ, José María.: "La formación permanente del profesorado y el desarrollo de una 'pequeña pedagogía' crítica. Notas autobigráficas de una vida profesional en la frontera". En ESCUDERO. Juan Manuel y LUIS GÓMEZ, Alberto (editores).: La formación del profesorado y la mejora de la educación. Políticas y prácticas. Octaedro, Barcelona, 2006, págs. 197-229. (Puede descargarse AQUI)
Una nueva aproximación a la misma puede consultarse en ROZADA MARTÍNEZ, José María.: “"La formación del profesorado y la construcción social de la docencia". En: ROMERO MORANTE, Jesús y LUIS GÓMEZ, Alberto (Coord.): La formación del profesorado a la luz de una ‘profesionalidad democrática’. Consejería de Educación de Cantabria, Santander, 2007. (Conjuntamente con ROMERO MORANTE, Jesús, LUIS GÓMEZ, Albero y GARCÍA PÉREZ, Francisco F.). (Puede descargarse AQUÍ)

El contenido del texto que sigue mismo formó parte importante de la explicación dada por el profesor en la 4ª sesión de clase del curso 2007-08



EL CURRÍCULUM


Un adecuado entendimiento de los asuntos relativos al currículum es indispensable para ser un buen maestro, y por ello nadie debe ser excusado de adentrarse en la bibliografía básica sobre el mismo. Yo lo hice en su día y creo que llegué a entender y a explicar bastante bien las opciones que cabe tomar con respecto a lo que se ha de enseñar, para qué y cómo. No he dejado de interesarme seriamente por dichos asuntos, pero en algunos contextos, y éste será uno de ellos, me excuso de tratar este asunto exhaustivamente y al modo como se hace en el contexto académico, sustituyendo la argumentación de base filosófica, histórica, cultural y política, por una metáfora que me permite una presentación ágil y cómoda, aunque no sin advertir que la comprensión profunda del asunto requiere un esfuerzo mayor que el de la aproximación metafórica.

Aspectos importantes del currículum, sobre todo el que se refiere a la planificación del mismo, pueden expresarse recurriendo a los tres estados de la materia en la naturaleza: sólido, líquido y gaseoso.

Yo entiendo el currículum como un líquido, y lo hago así tras descartar los otros dos modos de entenderlo: el sólido y el gaseoso.

Lo entienden como un sólido aquellos que piensan que puede organizarse mediante partes perfectamente perfiladas y puestas en relación sin fisuras de ningún tipo. Los contenidos se trocean en conceptos, procedimientos y actitudes, se secuencian a lo largo de la escolaridad, se miden con relación a unos objetivos que también se distribuyen por niveles, ciclos, etapas, ... ; en fin, que forman con ello un rompecabezas muy del agrado de los expertos y responsables del control del sistema de enseñanza. Su metafórica imagen sería la del gráfico 3,[1] en el que se cruzan minuciosa y "sólidamente" cada una de las partes en las que pueden ser descompuestos los contenidos temáticos de los currículos oficiales, los temas transversales y las dimensiones del aprendizaje.

Allá ellos, diría yo, si no fuera porque es a mí a quien le exigen que arme este tipo de rompecabezas. No perderé más tiempo con esto que el que lleva una declaración sanamente cínica: la de proclamarme insolvente para mejorar lo que ya está hecho, desde el “primer nivel de "concreción” hasta el proyecto curricular del nivel en el que trabajo (4º de Primaria en el curso 2006-2007). Mi intervención en este asunto no se orientará a volver sobre el puzzle para precisar los conceptos, principios, procedimientos, actitudes, valores y normas que voy a trabajar cada día de la semana, con qué objetivos, mediante qué actividades, evaluándolo de qué manera, etc., sino que a partir de la aceptación de lo dado, para no plantear ni tener problemas que diezmen mis energías realizando tareas inútiles o enzarzándome en estériles polémicas, incorporo hasta donde puedo la “pequeña pedagogía” que aquí estoy resumiendo.



Gráfico 3


Por otro lado, se podría hablar de un currículum en estado gaseoso, que es aquel que nunca ha sido escrito, que por lo tanto no puede ser presentado como tal, y que más que un cuerpo sólido es un espacio listo para ser colonizado por lo que venga, básicamente los libros de texto, los cuadernos de trabajo preparados por las editoriales, las fichas y lo que sea. La imagen podría ser ésta de la foto 1:



Foto 1


El currículum como líquido no niega las dimensiones que destacan los fabricantes de rompecabezas, pero lejos de creer que en el aula sirve para algo una planificación de la realidad en cubitos que se han de encajar, considera que las relaciones entre las partes son fluidas (que no volátiles). De modo que es posible moverse sin dar cuenta en cada instante del punto preciso de la programación en el que nos encontramos. Hablo de un líquido no desparramado y por lo tanto caótico en su forma, sino contenido en un recipiente sobre el cual las actividades se organizan al modo de una piscina (foto 2). Las piscinas son espacios donde se puede aprender a nadar, aunque su disposición habitual suele estar pensada para competir. No es difícil reconocer en sus calles, separadas por corcheras, las asignaturas de nuestros programas de enseñanza, que se han de recorrer longitudinal e individualmente dando cuenta de los hechos, los conceptos, los principios, los procedimientos, etc. aprendidos, mediante la consiguiente evaluación al final del recorrido, donde unos ganan y otros pierden. Las corcheras que marcan las calles pueden moverse alguna vez; acaso una reforma decida agrupar dos calles en una sola o poner una asignatura más; sin embargo, se dejan ver en el fondo marcas de larga duración que permanecen inmutables cualquiera que sea la disposición de las corcheras en la superficie; más o menos desfiguradas por los movimientos del agua, llaman siempre la atención desde el fondo como señalando cuál es el camino, sobre todo a
quienes se aventuren a abandonar la calle en la que en cada momento les corresponde nadar. Son las, a veces difusas pero inmutables, tradiciones corporativas y disciplinares de tan difícil conculcación para quienes no tengan suficiente iniciativa propia.



Foto 2

Afortunadamente no es tan infrecuente como el pesimismo se empeña en hacernos creer, la figura del profesor no competitivo que, como el nadador del centro de la imagen está más interesado en enseñar a bucear que a nadar superficialmente sin buscar otra cosa que el éxito en la evaluación (foto 3). Es el profesor que, habiendo aceptado inicialmente la disposición de los elementos tal y como se encuentran en la piscina, llegado el momento abandona la calle en la que está y bucea transversalmente al orden disciplinar de la superficie y del fondo, para adentrarse en alguna de las cuestiones que dan profundidad a un currículum. Imposible determinar en qué punto preciso de la asignatura, del tema transversal o del tipo de contenido se ha de estar en cada momento.

Este es el currículo y el profesor en los que aquí se está pensando. Sólo falta un elemento que no se ve en la imagen, y es el proyecto escrito para dar cuenta profesionalmente de lo que se piensa y se hace, no en cada movimiento preciso, pero sí como modo de entender la enseñanza de la natación; pero no se ve precisamente porque dicho proyecto no es otra cosa que este texto y, por lo tanto, también la propia imagen.


Foto 3

Yo me lanzo a la piscina con mis alumnos en la calle de la materia que corresponda y a la hora que se señala en el horario, de confección obligada según los minutos que la ley estipula para cada materia a lo largo de la semana.




(Como maestro generalista imparto todo lo que no está coloreado)


Generalmente los tiempos se respetan, sobre todo no puede ser de otra manera cuando la clase siguiente le corresponde a un maestro de especialidad.

Los libros de texto y otros materiales son los que garantizan que uno se mueve en el marco de una calle determinada siguiendo las prescripciones del currículum oficial. Pero ni los libros ni los materiales señalan estrictamente el ritmo o el contenido de la clase. Cuando todo "está en orden", es decir, tal y como viene dispuesto oficialmente, aparecen los principios de esta “pequeña pedagogía" y configuran una realidad que no es necesariamente la prevista ni en el detalle del currículum oficial, ni en el desarrollo del mismo a través de los textos y otros materiales, sino que surge de la relación entre esa realidad y dichos principios.

El currículum que se desarrolla en mis clases tiene disciplinas, tradiciones, disposiciones oficiales, transversalidades, pero tiene también un maestro no sometido a nada de ello, al estar dispuesto a nadar en el medio líquido del currículum en cualquier dirección (longitudinal, transversal, o en profundidad) según lo determine el diálogo siempre abierto con los alumnos que, como he dicho, es la estrategia metodológica fundamental en mi “pequeña pedagogía”.

[1] Este gráfico fue confeccionado siguiendo las áreas que la LOCE proponía para la Educación Primaria. Ahora debe volverse a las de Matemáticas, Lenguaje. Conocimiento del Medio y Educación Artística. Estrcturalmente, nada cambia para lo que aquí se quiere expresar.

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