viernes, 9 de mayo de 2008

El papel del profesor en la educación en valores

El papel del profesorado en la educacion en valores del alumnado que tiene a su cargo es clave, pero dada la pluralidad axiológica y metodológica actual, no siempre sabe cómo afrontar esta difícil tarea. La educación moral en España hoy se caracteriza por una importante dispersión en cuanto a estrategias y contenidos.

Generalmente el profesorado ha tratado de educar en valores de manera espontánea en momentos puntuales, sin ningún tipo de sistematización al respecto, ni teórica ni práctica. De este modo, la formación moral puede quedar arrinconada en la práctica real del docente que no sabe cómo desarrollar la educación en valores sistemáticamente, y se ocupará de los contenidos específicos de su materia, dejando de lado su dimensión moral. Este riesgo hace más necesaria y urgente la realización de estudios sobre procedimientos para la incorporación de la educación en valores en las asignaturas concretas que permitan afrontar sistemáticamente la educación en valores en las aulas. Esto es fundamental, si además tenemos en cuenta que la pedagogía que se les enseña a los maestros está cargada de idealismo, unas veces humanista y otras tecnocrático, resultando inexcusable apelar al realismo (Rozada Martínez, 2008: 149), máxime si hablamos de educación en valores.

Posiblemente uno de los problemas que más preocupen al profesorado y a los investigadores sobre valores es si el profesor ha de mostrarse neutral ante las cuestiones socialmente controvertidas o beligerante, tema éste que está siendo muy debatido actualmente.

Trilla (1995) nos da las claves fundamentales para entender las posibilidades y límites de asumir una postura de neutralidad/beligerancia* del profesor en el aula, ante los conflictos de valor, llegando a la conclusión de que hay que mostrarse neutral ante aquellos valores socialmente no compartidos**, y que hay que mostrarse beligerante ante los valores socialmente compartidos, y formula unos principios generales de actuación:

1.Sea cual sea la opción del profesor, ésta deberá hacerla explícita a los alumnos y justificarla ante ellos si es preciso. Dicho de otra manera, los alumnos han de saber cuál es el papel que el profesor ha decidido adoptar y también han de poder conocer cuáles son las razones o motivos de tal asunción.

2.En el caso de que el profesor adopte la neutralidad procedimental, los alumnos (y él mismo) han de estar advertidos de los límites psicológicos de su opción. Es decir, no debe ocultarse a nadie que quizás al profesor, aunque honestamente pretenda evitarlo, se le colarán, de una forma u otra, ciertas tendenciosidades.

3.En el caso de que el profesor adopte la beligerancia, debe dejar claro a los alumnos que ante las cuestiones socialmente controvertidas no actúa en tanto que “experto”. Dicho de otro modo, que las opiniones que defiende son sólo eso: opiniones. Opiniones que legítimamente puede sostener pero no con mayor autoridad que cualquier otro ciudadano. El profesor debe, por tanto, procurar que su beligerancia no quede contaminada a los ojos de sus alumnos de la autoridad que su rol profesional le confiere frente a otro tipo de contenidos.

4.Como es natural, han de quedar excluidas todas las formas de neutralidad o de beligerancia que, por principio, son ética o pedagógicamente indeseables. O sea, las beligerancias encubiertas, coactivas, impositivas..., y las neutralidades que son fruto de la inhibición irresponsable o de la simple indiferencia.

5.Ante las cuestiones socialmente controvertidas que el profesor decida tratar en clase, y con independencia de si su actuación será al fin neutral o beligerante, su primera e inexcusable tarea es presentarlas como tales a los alumnos, es decir, como cuestiones sobre las que no existe en la sociedad un consenso generalizado. Esta es la primera verdad que el profesor debe transmitir, pues su objetividad es la única que al principio puede ser aceptada por todas las partes de la controversia. Esconder a sabiendas el carácter socialmente controvertido de un tema es una forma de escamotear la realidad y, por tanto, una forma ilegítima de beligerancia (Trilla, 1995: 107-108).

*Neutralidad es la postura que, ante un conjunto de opciones existentes respecto de un objeto determinado, no apoya a una (o unas) por encima de las demás, ya sea interna o externa, pasiva o activa. Beligerancia es la postura que, ante un conjunto de opciones existentes respecto de un objeto determinado, apoya a una (o unas) por encima de las demás, ya sea positiva o negativa, explícita o encubierta, coactiva o persuasiva.

**Valores compartidos son aquellos en los que hay un acuerdo generalizado (justicia, libertad, verdad, felicidad...), los vinculados con Declaraciones Universales y los vinculados con las sociedades democráticas. Valores no compartidos son los que entran en contradicción con los compartidos, pero que no son consensuadamente rechazados.

Carmen Álvarez Álvarez

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